Veinte reglas para crear un buen diseño (I)

Cuando la gente habla de un diseño "bueno" o "malo", utiliza las nociones de calidad que ha asumido a través de su educación, experiencia y, a menudo, de la experiencia de miles de diseñadores y críticos del pasado. Unas veces, estas nociones son estéticas y otra veces, estrictamente funcionales.

La importancia de conocer qué reglas se consideran importantes y por qué, al menos desde un punto de vista histórico, es que así se comprende la consecuencia de romperlas y no se incurre en un efecto desafortunado a causa de la ignorancia.

A continuación, te dejo una lista de consideraciones para tu trabajo, que al final, tu decidirás cómo y cuando aplicarlas o no, y comprenderás los resultados de ambas opciones.

Regla 1. Ten un concepto:

Si no hay mensaje, ni historia, ni idea, ni narración, ni experiencia útil, no es diseño gráfico. Por muy impresionante que sea a la vista, el objeto sin un mensaje definido es una cáscara, hermosa, pero vacía. Así de sencilla es esta regla.

regla diseno grafico 1

Regla 2. Hay que comunicar, no decorar:

Relacionada con la número 1, esta regla trata de cómo apoyar este vital concepto. La forma expresa un significado, no importa lo sencilla o abstracta que sea, y una forma que no sea apropiada para un mensaje determinado comunicará mensajes que no pretendías comunicar (además del mensaje de que no sabes escoger formas significativas para tu público o que te da igual lo que ésta significa para ellos). Está muy bien experimentar con figuras, detalles y efectos "alucinantes", pero si sólo los pegas por todas partes sin considerar su significado y cómo subrayan o debilitan el mensaje, acabarás con una mezcolanza de cosas raras que ya no se puede llamar diseño.

Regla 3. Habla con un único lenguaje visual:

Haz que todas las partes se hablen entre sí... y en el mismo idioma. Contempla todo, desde el plano general hasta el más mínimo detalle, y pregúntate: "¿Se relaciona todo con todo de forma armoniosa?". Un buen diseño resuelve el lenguaje visual de una pieza, su lógica interna, de tal modo que todas sus partes se refuerzan, se acentúan y establecen relación entre sí en cuanto a su forma, peso, situación y concepto. Desde el momento en que un elemento queda fuera de lugar o no se le presta la debida atención, se desconecta de lo demás y el mensaje se debilita.

Regla 4. Utiliza dos familias tipográficas como máximo. Bueno, o tres:

Escoge un tipo para cada finalidad. Para hacerlo, deberás haber definido esa finalidad y entonces probablemente te des cuenta de que sólo hay dos o tres en cada texto de un proyecto. Un cambio en la familia tipográfica suele ser indicador de un cambio en significado o función, así que contente. Una sola familia con diferentes pesos y sus cursivas debería ser suficiente; añadir una segunda familia es bueno para lograr mas consistencia, pero no te excedas. Demasiados tipos son motivo de distracción, dan una imagen de inseguridad y pueden confundir o cansar al lector.

Regla 5. Golpea en dos tiempo, ¡un, dos!:

Atrae la atención del espectador hacia un elemento importante y después condúcela por lo demás. Una vez que has captado al público con una gran forma, una imagen sorprendente, un tipo impactante o un color atrevido, reduce la actividad de cada uno de los elementos de menos importancia gradualmente, de una forma lógica, para ayudar al espectador a recorrerlos. Así estableces una jerarquía, el orden en que quieres que se contemple el material y facilitas sustancialmente que éste sea accesible y de fácil utilización. Estás diseñando tu proyecto para que capte la atención, para entregar la información necesaria y para ayudar a que se recuerde después. Si no ofreces un punte en el que el público pueda concentrarse desde el principio, ya has perdido la batalla.

Regla 6. Escoge los colores con un propósito:

No utilices los colores que primero se te ocurran. Has de tener presente qué hacen esos colores cuando los combinas y, lo que es más importante, qué pueden evocar en el público. El color comporta toda una serie de significados psicológicos y emocionales, y éstos pueden variar enormemente de unos grupos culturales a otros e incluso entre individuos. Los colores afectan a la jerarquía visual, a la legibilidad del tipo y a cómo las personas conectan objetos dispares entre sí, así que escógelos con cuidado. Tampoco supongas que un determinado color o combinación de colores son adecuados para un encargo guiándote por convencionalismos. El azul para los servicios financieros, por ejemplo, es un famoso tópico del color de los últimos cincuenta años. Elige colores por su idoneidad, no porque sean previsibles.

Regla 7. Si puedes hacerlo con menos, adelante:

Ésta es una variación del adagio moderno: "Menos es más". Ahora no se trata tanto de un dogma estético como de sentido común: cuantos más elementos se concentren en un espacio determinado, más difícil es para un espectador medio ver lo que supone que debe ver. Además, es una horterada: cualquiera puede juntar un puñado de cosas, añadir un mensaje insulso y considerarlo una obra de arte compleja, pero hay una gran diferencia entre "complicado" y "complejo". Lo complejo a menudo es producto de un contexto sencillo.

El verdadero arte radica en la convergencia armónica de creatividad y reflexión aplicadas a lo mínimo. Si el concepto y la forma son bellos, habrá muy, muy poco que mirar sin obtener una valiosa experiencia. Piensa en cuánta basura visual cae cada día sobre cualquiera que pase por la calle y pregúntate si no tendría mucho más sentido librarse de parte de ese batiburrillo y sustituirlo por algo elegante, claro y que llame la atención. Realza el significado de lo que ya tienes, no lo llenes de porquería. Si la idea está clara sin necesidad de añadir nada, es innecesario recargarla; si la idea no está ahí y además no interesa visualmente, añadir algo más es hacer mucho ruido para pocas nueces.

Regla 8. El espacio negativo es mágico, no lo rellenes, ¡créalo!:

Se dice a menudo que el espacio negativo, también llamado espacio en blanco (aun cuando no haya nada de blanco en él), es más importante que lo que se contiene en él. En la mayor parte de los casos, es cierto. El espacio llama la atención sobre el contenido, lo separa de los demás elementos que no tienen relación con él y proporciona un lugar de descanso para la vista. El espacio negativo también es una forma y tienes que tratarla del mismo modo que tratas las formas positivas, ya sean imágenes o tipos. Cuando no haces nada con él, el espacio negativo se queda inerte y desconectado del material visual que lo rodea. Si lo llenas, el resultado será una presentación opresiva que nadie querrá contemplar. La falta de espacio negativo apabulla y confunde al público y le provocará una reacción negativa.

Regla 9. Trabaja la tipografía como si tuviera la misma importancia que la imagen:

Una triste característica de la tipografía hoy en día es que la mayoría de las veces fracasa en este empeño: o bien está separada de la fotografía conforme a la típica y poco original estrategia de "titular, imagen, texto" que hemos visto en innumerables campañas publicitarias durante los últimos sesenta años, o bien se han desparramado con alegría tipos estrafalarios sobre todas las imágenes, según la creencia de que si es grande y está sobre la foto, el tipo está integrado. Ya es hora de abrir los ojos: la tipografía es material visual, compuesta de líneas y puntos, formas y texturas, y como tal, su composición necesita relacionarse con todos los demás elementos del diseño, aunque parezcan muy diferentes.

Regla 10. Los tipos sólo son tipos cuando son agradables:

Legible, inteligible, accesible o como quieras llamarlo. No debería hacer falta decir que los tipos que no se pueden leer no tienen función alguna, pero, desgraciadamente, hay que repetirlo. Sí, la tipografía puede ser expresiva; si, se puede manipular ara que produzca ingeniosas interconexiones de elementos estructurales del lenguaje; y, si, la tipografía puede comunicarse con el público de cierta subcultura y hacer referencia a este o aquel Zeitgeist [espíritu de época] de la cultura popular. Lo que tú digas: sigue siendo un transmisor de información. Cuando en el pasado la tipografía se trataba de una manera muy rígida y siempre con buen gusto, la inglesa Beatrice Ward, crítica de tipografía, la comparó a una copa de vino de cristal: un recipiente transparente diseñado para alcanzar la claridad máxima, no la belleza. Aunque Beatrice esté muerta y su copa de cristal haya sido reemplazada por un campechano tarro de mermelada, el tarro sigue dejando ver que tipo de vino estas bebiendo.

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